“Lo mismo que a los jesuitas se les suele imputar
falsamente todas las cosas posibles, así exactamente
o bien parecido acaece con los judíos”
Edith Stein
Quien se encuentre medianamente informado de los dimes y diretes y pretensiones de quienes se han erigido en censores inapelables de la más pura ortodoxia católica, habrán notado la curiosa mixtura y maridazgo –absolutamente arbitrario como un “collage” surrealista compuesto a su criterio en el que se pegotean posturas, doctrinas y sentencias que imbrican dogma, teología, historia y una alarmante Veltanschauung (cosmovisión) de la sociedad y el mundo cristiano.
Quiero referirme brevemente al caprichoso pegote que muchos católicos derechosos –que deshonran a los auténticos católicos fieles a la Tradición de la Iglesia y ponen en grave peligro lo poco que se intenta salvar de la demolición (externa e interna) que la Iglesia de Cristo viene sufriendo desde hace algo más que 50 años.
Ese “pegote” mistongo, cuyo resultado es un mutante de la auténtica Fe Católica ha engendrado un curioso cuadro variopinto y de figuras que tienen tanto que ver entre sí, como la manteca con la ley de Newton.
En especial en nuestra Argentina (como también en Latinoamérica) que hace tiempo viene comiendo de las migajas que caen de la mesa infectada de la ya no tan opulenta y epulona Europa, nos encontramos con grupos que han asociado sin demasiado examen realidades cuya conexión intrínseca se halla sólo en la mente de sus creadores.
Así nos encontramos con quijotescos defensores de la ortodoxia católica que han incluido en su puchero elementos cohesionados por algún motivo que alguna vez quisiera comprender qué lógica teológica tienen.
Este es el menú: estos sectores (o cuasi sectas) hilvanan sin dificultad alguna:
1) Defensa de la Tradición ininterrumpida a las enseñanzas de la Iglesia.
2) Lucha por la recuperación de la maltrecha liturgia romana.
3) Restauración de una cristiandad, de la que el mismísimo Newman tenía dudas si alguna vez existió tal como pensamos que la concretaron los cristianos de los siglos heroicos de la fe.
4) Una suerte de nacionalismo de corte folklórico.
5) Adhesión a los sistemas militares que establecieron –dicen ellos- el supuesto orden moral que la sociedad necesitaba.
6) Simpatía y algo más por el nazismo.
7) Antisemitismo manifiesto y negación del holocausto.
De estos tópicos señalados, no podemos más que sostener –a riesgo de no ser católicos- los 3 primeros.
Es mi propósito manifestar mi dolor por la obstinación en sustentar el séptimo.
En lugar de ver la innegable voluntad del Santo Padre Benedicto XVI de contar con aliados que le sostengan en su heroico y casi desmesurado intento de devolver a la Iglesia la liturgia de siempre, fundada en su Tradición y con ello la ocasión para que muchísimos fieles tengan la oportunidad de contar con un clero católico, que les predique las verdades católicas y celebre el culto católico para gloria de Dios y santificación de los católicos, se empecinan en el injusto retorno a presentar una Iglesia falsamente afectada no sólo de ignorancia histórica, sino de manifiesto antisemitismo.
No me extenderé en algunas distinciones que serían necesarias para entender bien a fondo las raíces de un tema tan delicado. Me limito solamente a señalar la distinción entre “hebraísmo” y “judaísmo” y recordarles a estos señores la enérgica afirmación de S.S. Pío XI (nada sospechoso de progresista pro-judío): NO SE PUEDE SER CATÓLICO Y ANTISEMITA.
El entonces Secretario de Estado, Cardenal Pacelli, en un sermón durante los ritos de consagración de la Basílica de Lisieux, condena el racismo de Alemania. Gebbels lo ataca ferozmente.
El 17 de marzo de 1937 Pío XI publica la “Mit brennender sorge” condenando la “falsa moneda” del racismo y las “liturgias” del Reich(1)
En 1938 Mussolini prohíbe a los hebreos cualquier clase de ejercicio de profesiones (médicos, abogados, profesores, etc.)
La Encíclica que preparaba Pío XI (cuya redacción encargó al jesuíta J. Lafarge y el asesoramiento de Pacelli) nunca se publicó: el Papa muere repentinamente. Suspicacia: uno de sus médicos era hermano de la amante de Mussolini.
Negar el “holocausto” es una tamaña brutalidad como querer imponer la fe con la tortura.
A causa de este creciente y lamentable movimiento, el descrédito de los desinformados en materia de religión, se extenderá también a un creciente número de movimientos y sociedades sacerdotales que luchan con valentía por la restauración católica que vale la pena. Y la pérdida será muy grande.
El progresismo se hará más rabioso y terminará por perderse lo poco que se viene recuperando.
En concreto, y para no abundar en los numerosísimos testimonios de todo lo que la Iglesia con corazón angustiado y solicitud maternal hizo en tiempos del Angélico Pastor Papa Pacelli, quiero traer solamente a la meditación del lector el párrafo final del testamento de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Teresa Hedwig Stein), “verdadera judía”, como la podría haber llamado otro verdadero judío PABLO DE TARSO (¿lo conocen, verdad?) que supo hacer carne el llamamiento del Unico Dios Verdadero a la aceptación del misterio de Cristo, y como sapientísima filósofa cristiana supo “tomistizar” a su maestro Husserl.
“Desde ahora acepto con alegría, y con absoluta sumisión a su santa voluntad la muerte que Dios ha preparado para mí. Pido al Señor que acepte mi vida y también mi muerte en honor y gloria suyas; por todas las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús y de María; por la Santa Iglesia y, especialmente, por el mantenimiento, santificación y perfección de nuestra Santa Orden, en particular los conventos Carmelitas de Colonia y Echt, en expiación por la falta de fe del pueblo judío y para que venga a nosotros su Reino de Gloria, por la salvación de Alemania y la paz del mundo. Finalmente por todos mis seres queridos, vivos y muertos, y todos aquellos que Dios me dio. Que ninguno de ellos tome el camino de la perdición”
Lean los que desestiman la verdad histórica y la extensión del holocausto la biografía de su hermana de religión Sor María Renata Posselt.
Recuerden que el recrudecimiento de la persecución y exterminación de los judíos en Holanda alcanza su máxima ferocidad a partir de la carta pastoral de la Iglesia Católica en ese país que fue leída el 20 de julio de 1942 en todas las iglesias. Dicho sea de paso que Pío XII quería evitar este pronunciamiento porque temía la feroz represalia nazi.
Recuerden que en la barraca que habitó desde el 2 de agosto hasta el 9 (día de su muerte en un horno de gas en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau) junto a su hermana, la terciaria carmelita Rosa Stein, y 300 personas entre las que se encontraban numerosas religiosas y sacerdotes, se prodigó con ejemplar amor cristiano en la atención de numerosos niños que descuidados por la desesperación en que sus madres se encontraban, hallaron en ella todo el consuelo del que era capaz su corazón.
“…como bienvenida recibieron el comunicado de que el Campo quedaba castigado por dos o tres días. Si no recuerdo mal, había “robado” uno de los hambrientos detenidos pan seco tirado. El resto estaba de pie. Entre los que aún estaban de pie, vi a lo último al inexorable adversario de Tercer Reich y Director General Dr. Lazarus, un valiente católico como todos aquellos que habían llegado…
No quiero silenciar que durante todo el día se les golpeaba y maltrataba. Pero aquello se podía soportar. Más penoso era ver el estado en que se encontraban muchas mujeres… En aquellos momentos manifestó Edith Stein su esforzado ánimo. Hay que recordar que fueron puestos en libertad todos los que habían sido detenidos por equivocación, como protestantes, ortodoxos griegos (búlgaros) etc...” (Testimonio del Dr. Lenig).
Lean, señores, la noticia de “L’Osservatore Romano” (1947) “Del judaísmo a la Universidad y al Carmelo”:
“Sor Benedicta había nacido en 1891 y fue secuestrada en 1942 por manos de los nazis… El 2 de agosto de 1942 se paró un coche de la policía nazi delante del monasterio. Se le dieron cinco minutos a Sor Benedicta para prepararse para el viaje. Como gran condescendencia se le alargó a diez minutos el plazo del tiempo concedido. Seguidamente la llevaron juntamente con su hermana Rosa y otras víctimas desconocidas.
A su llegada… recibió fuertes golpes, fue arrojada a la cárcel y después muerta en una cámara de gas o precipitándola en una mina”.
Recuerden también los centenares de judíos acogidos por Pío XII en las diversas Basílicas de Roma y numerosos conventos (la Canónica de San Pedro, San Calixto, la Tiberina, S, Pablo Extramuros, Castelgandolfo) Detalle de notar: la Guardia Palatina que contaba a la fecha de la coronación del Papa Pacelli con 400 miembros, fue elevada en aquellos años a 4000. Uno de los tantos recursos caritativos de la Iglesia por hacer lo que podía frente ante tanto horror…
Señores católicos tradicionalistas pro nazis, siento pena por ustedes y vergüenza de su farisaica ignorancia; me ruboriza que nos parezcamos tanto: defendemos la Tradición, amamos la Misa de siempre, deploramos los errores del modernismo y el progresismo, lloramos la pérdida progresiva del sentido de lo sacro del clero y de muchísimos obispos, queremos una civilización cristiana…
Siento, como expresaba con pesar Pío XII un profundo dolor por la persecución de tantos hombres, que sin culpa propia, en razón de su credo y su raza… Pero no quiero sentir lo mismo que ustedes sienten: el odio.
Por ustedes pido lo mismo que Jesús Crucificado pidió por sus verdugos y también pidieron miles de judíos católicos o no, porque aunque muchos reclamaron su Sangre, como lo enseña el Príncipe de los Apóstoles –judío él también- “lo hicieron por ignorancia” (Cf. Act 3, 17).
Ustedes, también obtendrán el perdón: son bastante ignorantes.
P. Ismael
(1) Llamativamente la Encíclica – de un contenido no sólo histórico contingente sino de gran importancia teológica y filosófica- no figura en el más famoso y usado Enchiridion de documentos del Magisterio de la Iglesia, iniciado por Henrich Denzinger (1819-1883). A partir de 1908, bajo la dirección de Bannwart, recibirá el título de Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum. Hasta 1921, se añadirán pocas cosas (juramento antimodernista, declaraciones de la Comisión Bíblica) Karl Rahner se encarga de la publicación de la obra desde la 28ª edición hasta la 31ª. En 1963 Adlof Schöenmetzer realiza una profunda refundición de la obra incorporando 150 nuevos documentos, etc. Eliminó una serie de textos que por su dureza (según la crítica de Maron y Fenton) hubieran sido contraproducentes al movimiento ecuménico. También se observó reducir al mínimo la infalibilidad del Magisterio eclesiástico y convertirse en el propagandista de una deplorable corriente teológica de la época (citamos la misma introducción ed. año 2000). Peter Hünermann, el último corrector y amplificador, conforme a los planes trazados por Schöenmetzer, además de incluir el Concilio Vaticano II, llega a buena parte de la documentación de Juan Pablo II.
Por lo visto, no sólo se omitieron documentos “contraproducentes” al movimiento ecuménico, sino a la pura sangre de los compiladores.
Para quienes deseen apreciar la riqueza del documento del Papa Ratti, aquí ofrecemos un vínculo: