“Cuando era protestante yo notaba que mi religión era seca y triste, pero no mi vida; sin embargo siendo católico mi vida es triste y seca, pero no mi religión”

(Beato Card. John Henry Newman)

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San Pío V

“Deus , qui ad conterendos Ecclesiae tuae hostes,

et ad divinum cultum reparandum,

beatum Pium Pontificem maximum eligere dignatus es;

fac nos ipsius defendi praesidiis,

et ita tuis inhaerere obsequiis:

ut, omnium hostim superatis insidiis,

perpetua pace laetemur.

Per Dominum…”


“Oh Dios, que te dignaste elegir a San Pío

como Pontífice Máximo, para repeler a los enemigos

de tu Iglesia y reparar el culto divino;

haz seamos defendidos con su auxilio,

y que de tal modo nos demos a tu servicio, que,

vencidas las asechanzas de todos los enemigos,

gocemos de perpetua paz.

Por Nuestro Señor Jesucristo…”


Pio%20V%20Corpo


Su breve pontificado fue uno de los más gloriosos del siglo XVI.

A los 14 años ingresó en la Orden Dominicana.

Al ser elegido Papa, en nada cambió su vida austera y piadosa, con excepción de sus hábitos externos. Según la tradición, fue el primer Papa que comenzó a vestir la sotana blanca, en recuerdo de su hábito dominico.

 

Es el Papa de la Victoria de Lepanto y el gran codificador del Misal (Bula “Quo primum tempore” a. 1570), que ha partir de ese entonces se lo ha denominado comúnmente, el “Misal de San Pío V”.

Murió el 1º de mayo de 1572.

 

No imaginaba él que tras cuatrocientos años de uso (sin contar la forma sustancial de la Misa Gregoriana que databa de muchos siglos atrás) aquel Misal, obra de eruditos y santos, que fuera sancionado de forma solemne y definitiva y comprometiendo su Autoridad Apostólica, habría de considerarse proscripto por casi la Iglesia Universal.

 

No me imaginaba yo, cuando con lágrimas en los ojos, al visitar el impresionante cenotafio que remata su tumba en Santa María la Mayor, hace mucho tiempo, creía estar haciendo una súplica absurda: el retorno de la Misa de siempre.

 

No imaginábamos que la bondad y la sabiduría del Papa Benedicto a quien con justeza se le aplica el título de “gloria olivi” (la gloria del olivo) habría de derramar el bálsamo del consuelo sobre la Iglesia de Cristo, al restituir el Rito que celebraron los grandes Santos y del que se nutrieron generaciones y generaciones de católicos.

 

Hoy he vuelto a celebrar su fiesta (que en el calendario para la “Forma Extraordinaria” corresponde al 5 de mayo) con profunda emoción y gratitud.

 

Gratitud a nuestro amado Pontífice reinante y emoción por saber y sentir que las puertas de la insensatez no prevalecieron sobre la Iglesia et non praevalevunt

 

      LAUS DEO, VIRGINIQUE MATRI


P. Ismael


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