“Cuando era protestante yo notaba que mi religión era seca y triste, pero no mi vida; sin embargo siendo católico mi vida es triste y seca, pero no mi religión”

(Beato Card. John Henry Newman)

________

Telarañas de mi rincón

Hace más de doce años, moría Josesito, un joven vecino de mi antigua parroquia del barrio L., arrebatado de la vida por un absurdo accidente, fruto de la imprudencia y el desenfreno…

 

Recuerdo una de sus últimas frases, tan graciosa, como tautológica, la última vez que cenamos en la casa parroquial con sus amigos: ¡¡¡yo, si me llego a morir, me muero!!!

 

Juntando viejos cuadernos, encontré lo que escribí en aquella ocasión, y quiero recordarlo en este sitio que tal vez tenga poco que ver con él, o tal vez, su fugaz paso por nuestras vidas, tenga bastante que ver. El Señor lo sabe.

Para él era una fiesta cuando me cruzaba al taller de sus amigos a compartir algún festejo y escucharlos. No le he olvidado. La muerte de un joven es un sermón muy fuerte.

 

Aunque ella no conoce este texto, quiero dedicarlo a su siempre dolorida madre.

 

 

tumblr_lmbsf5qt2x1qhs2doo1_500

 

 

 

A Josesito,

en tu entierro.

(31-I-2000)

Los ángeles volvieron la cara

con espanto

cuando la helada muerte,

corderito rubio,

rebanó tus sienes.

Y por un instante tembló

la madrugada que se vestía

de decencia.

¡Cómo te desgarraron ese cuerpo

de tibia cera

que tanto amaste,

y esos tus vidriosos ojos garzos!

Porque amabas sin saberlo

el abismo de la muerte

que sembraste en la carne

de tu sacrificio sin sentido.

No te diste cuenta.

No nos dimos cuenta, y ahora

ya es muy tarde…

¡Qué efímero pasaste,

adolescente primitivo,

pequeño fauno

con ilusiones de atlante!

Y ahora es nada

porque el dolor cierra la esfera

de tu edénico mundo

de embriaguez y blanca arquitectura…

Y en la oscuridad de ese cofre que te supera,

los silicatos y el alumbre

apresuran los ángulos de tu cráneo,

y las blondas de organza

arropan tu sexo frío…

Ya no oyes los gemidos de tu madre

y las gotas del hisopo

no llegaron a rociarte…

Porque estás todo encerrado.

Porque no pudimos verte,

Ni tantas manos que estrechaste

tocar aquella cabeza

de cordero casi inocente.

En tu mismo aburrimiento

de cachorro solitario,

aún estás sentando

haciendo nada

en las tardes del verano.

Me raspa en la mejilla

tu beso viril y tu mano

me saluda en una esquina

de domingo futbolero.

Dios te dé su blanda paz

y el mejor amor

que en este mundo no se encuentra.

Aquí quedó tu risa.

y también el olvido de los

egoístas…

Su camino no era el tuyo.

Fue tu tiempo.

El que Dios te tenía reservado.

El único sacramento

que tuve tiempo de darte,

fue hacerte reír y

tal vez que comprendieses

que Dios no estaba tan lejos…

 

linea_pluma

 

 

 

P. Ismael