“Cuando era protestante yo notaba que mi religión era seca y triste, pero no mi vida; sin embargo siendo católico mi vida es triste y seca, pero no mi religión”

(Beato Card. John Henry Newman)

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O RADIX IESSE…

“Fructus eius dulcis”

“Su fruto es dulce”

(Cantar)

 

 

 

RADIX IESSE

La raíz de Jesé. Catedral de Chartres.

 

O radix Iesse, qui stas in signum populorum, super que continebunt reges os suum, quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, iam noli tardare”

 

 

 

“Oh Raíz de Jesé que está de pié como una insignia del pueblo, ante quien los reyes guardarán silencio y ante quien los gentiles orarán, ven a librarnos, y no tardes”

 

 

 

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Jesús es llamado en algunas ocasiones en los Evangelios como “Hijo de David”. Esta expresión aparece en boca de algunos afligidos que se acercaban a Él en busca de sus signos milagrosos.

Habiendo recusado el concepto nacional y político del Rey-Mesías, Jesús nunca se llamó a sí mismo hijo de David.

“Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: “¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo:

Dijo el Señor a mi Señor:

siéntate a mi diestra

hasta que ponga a tus enemigos

debajo de tus pies.

El mismo David le llama Señor: ¿cómo entonces puede ser hijo suyo? (Mc 12, 35-37)

En modo alguno se trata de un repudio a su dignidad real y davídica, de la cual dan suficiente cuenta las genealogías de Mateo y Lucas.

 

De cualquier forma, sirviéndose con más soltura y frecuencia del título de “Hijo del Hombre” (especialmente en ciertas ocasiones con referencia a Daniel 7, de connotaciones mesiánicas) ello no anula que ese Hijo del Hombre, es hijo de la descendencia de David.

Dice San Lucas: “Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David…” (Lc 1, 26-27) Según estos versículos hay una correspondencia con la genealogía de Mateo que hace de José descendiente de David, ya que ambos acentuarán, como era costumbre, la filiación por parte del padre. Lo que no significa en modo alguno que María no fuese igualmente de la estirpe y familia de David.

 

La historia de David y su preponderancia en la historia del pueblo elegido hace del piadoso y guerrero rey un prototipo del Ungido del Señor.

El fue ungido por Samuel cuando el Señor rechazó a Saúl.

Era el más pequeño de los hijos de Jesé.

Tan sin protagonismo que, cuando el profeta llega a casa de Jesé y quiere ver a todos sus hijos, tiene que preguntarle al final del desfile de los apuestos muchachos, si no le quedaba otro hijo, porque el Señor le había dicho no es éste el elegido.

David era pastor y estaba cuidando el ganado de su padre.

Antes que David fuese David, el Rey era “el hijo de Jesé”. Costumbre muy corriente entre los hebreos y orientales en general de designar a un por el nombre de su padre: los patronímicos, que diríamos nosotros, y que tanto se dan entre los apellidos españoles.

 

El título mesiánico otorgado en este caso por la liturgia en la Antífona de este día, da un salto por encima de David, para llamar al Mesías prometido, Raíz de Jesé.

Isaías había profetizado un descendiente de David sobre el que reposaría el espíritu del Señor con todos sus dones: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará” (Is 11, 1)

En admirable consonancia anuncia Jeremías: “Mirad que días vienen –oráculo del Señor- en que suscitaré a David un Germen justo: reinará un rey prudente, practicará el derecho y la justicia en la tierra” (Jer, 23, 5)

Estas bellísimas y fuertes imágenes: Germen, raíz, tronco, vástago, retoño; todas ellas originadas de la vida agrícola, tienen obviamente una clara referencia a la generación humana del Mesías.

 

Las genealogías de los santos evangelios tienen una primera finalidad: demostrar que Jesucristo es verdadero y perfecto Hombre.

En cuanto a su naturaleza humana, que le es otorgada totalmente por María, se puede señalar en Él, como en cualquier hombre, una procedencia, una genealogía, una familia.

¡Qué escándalo para el monofisita y el cátaro de todos los tiempos!

¡Y sobre todo que en los ascendientes de Jesús aparezcan ciertos personajes con “historia”! ¡Y el mismo David tuvo sus “historias”!

El Señor no se avergüenza de reconocerse descendiente, según la carne, de una familia, de una estirpe que aunque elegida por Dios, no dejó de ser nunca humana…

 

¡Qué bien podremos comprender esto todos nosotros, que gracias a Dios no hemos nacido por generación espontánea!

Hemos tenido, tenemos y tendremos en nuestras familias quienes están más cerca y quienes tal vez estén muy lejos de Dios. Y esto que podemos ver en estos miembros de nuestra familia, también puede darse en nosotros mismos…

 

Para que veamos hasta qué punto el arte sacro de la Iglesia ha incorporado con toda “naturalidad” esta “filiación humana de Cristo” hemos encabezado nuestro comentario con una fotografía de un formidable vitral de la catedral de Chartres que ilustra, al igual que numerosas miniaturas del Medioevo, esta imagen de la raíz o el tronco de Jesé.

Aunando dos cosas que la Edad Media supo muy bien hacer y que a nosotros nos cuesta tanto, el anónimo autor del vitral, representa la generación humana con un natural candor y un verismo muy fuerte. La raíz –cualquier observador podrá notarlo- no brota de la cabeza ni del corazón del susodicho Jesé, como tal vez lo hubiera representado una piadosa monjita del período jansenista, o los “fetos con alas”, como describía Don Orione a ciertos seminaristas de su tiempo (dicho sea de paso, ahora no tienen alas…)

 

Ante esta Raíz de Jesé, Jesucristo, el Mesías Rey de reyes, todos lo poderosos de la tierra enmudecerán y los gentiles llegarán a la conversión, dice la Antífona.

La flor más delicada ha producido el fruto más sabroso: María, verdadera Rosa Mística nos ha dado el fruto bendito de su vientre: Jesús.

 

Y la Iglesia cantará enternecida en estos días:

 

“Memento, rerum Conditor,

nostri quod olim corporis,

sacrata ab alvo Virginis

nascendo formam sumpseris”

 

“Creador de todo lo creado,

acuérdate del día en que este suelo

te vio nacer del vientre de una Virgen

vestido con un cuerpo igual al nuestro”

 

(Himno de Navidad Iesu Redemptor omnium)

Traducción: Fco. Luis Bernárdez, “Himnos del Breviario Romano”

 

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Para escuchar la Antífona:

http://www.youtube.com/watch?v=VFE7B-DZ8_w&feature=related

 

 

P. Ismael